Los tennis caen de sorpresa
los tacones anuncian la llegada.
La piel delata la firmeza
las medias esconden la vagancia.
La falda desborda coquetería,
el pantalón, pues, camina con dos patas.
El vestido sexy y atrevido
es ladrón de la cabellera,
es quien roba la inocencia al lazo llamativo
que a veces no me pongo por pereza.
El abrigo no hace falta,
aquí siempre hace calor.
A fin de cuentas
es sin ropajes cuando mas disfrutas
y pierdes el control.
martes, 20 de abril de 2010
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